Por: Francisco Flete, Estudiante de Historia
Los recientes sucesos del acontecer internacional, llaman la atención y mueven la preocupación. La crisis surgida en 2008, de la cual aun no se ha recuperado la economía, ha despertado pasiones e ideas forzadamente dormidas durante cierto tiempo. Las recaídas agudas de las economías de España, Portugal, Grecia e Irlanda amenazan con una nueva recesión y agudización de la crisis. Ante semejante panorama, caracterizado, entre otros, por el paro laboral, la población del noroccidente (cuando me refiero a noroccidente –y no al Occidente, es respecto a la región del planeta ocupada por Norteamérica –Canadá y Estados Unidos, y Europa, que guardan estrechas similitudes sociales, culturales y económicas, y que en el tradicional mapa plano de los libros de texto de geografía, se encuentra en la esquina superior izquierda, y en el cual, el resto de Occidente –Latinoamérica, el Caribe y parte de África, no cabe ) empieza buscar responsables y distribuir culpas. Esta distribución de culpas, trae a colación un refrán muy popular que reza: la cuerda revienta por el lado más débil; y en noroccidente el lado más débil lo representa aquella porción de la población que, en apariencia, es la nota discordante de la sociedad noroccidental: los inmigrantes del Tercer Mundo.
Uno de los argumentos más utilizados para culpar de la crisis a los inmigrantes tercermundistas, es que representan una amenaza a las oportunidades de conseguir empleos de los locales, es decir, en la frase más utilizada, quitan el trabajo. Y a este respecto viene el primer olvido: los inmigrantes no se les imponen a los empleadores; estos los contratan tomando en cuenta su precaria situación (muchas veces indocumentados) para pagar menos sueldos y obtener mayores ganancias, afectando así a los dos lados; a los locales, al imposibilitarlos de conseguir empleos y a los inmigrantes al explotarlos por un sueldo muy bajo.
Pero pocas veces la población, y sobre todo los gobiernos ven, o quiere ver esta realidad, y se hace muy difícil indicar los verdaderos culpables, cayendo la culpa sobre aquellos que muy pocas veces pueden defenderse: los Inmigrantes tercermundistas. Es entonces cuando el impacto de la crisis económica –caracterizada sobre todo por el desempleo- se mezcla con la impotencia de no poder resolver los problemas económicos , dando como resultado el resurgir de ideologías xenófobas y racistas como forma de atacar la inmigración.
Me motivo a escribir este artículo, la noticia sobre el gran paso dado por un partido populista de extrema derecha en Finlandia, el partido Auténticos Finlandeses, convertido en la tercera fuerza política de ese país europeo. Pero este no es un fenómeno meramente finlandés, que dicho sea de paso, posee una baja población de inmigrantes (menos de un 2% de la población), es un fenómeno europeo, es el ascenso de los grupos radicales y de extrema derecha, que se han convertido en fuerzas influyentes en todo el subcontinente europeo. En Francia se ha dado el avance de la extrema derecha, encabezada por Marie Lepen, hija del político extremista y racista Jean Marine Lepen. También en Dinamarca, Alemania, Países Bajos y Suecia, la extrema derecha se ha convertido en fuerza de masas. Y lo interesante, a la vez que preocupante, es que estas tendencias extremistas tienen como blanco de ataque común la inmigración, sobre todo la procedente del Tercer Mundo.
La ola de revueltas de los países del Norte de África y sus cercanos vecinos de Yemen, Siria y Bahréin, cuyas dictaduras fueron y son (en el caso de las que aun no han caído) amigos del noroccidente, (pero esto, los del norte lo han olvidado) ha movido un gran caudal humano huyendo de los combates -que, en caso de Libia, algunas naciones de Europa mas Estados Unidos, tienen protagonismo- el hambre y todo un conjunto de necesidades. Pero Europa les ha cerrado las puertas, aunque Italia no ha podido evitar que ingresen a su territorio, y cuyo gobierno ha buscado la manera de repartir los inmigrantes (que son más bien refugiados), recibiendo la oposición de las demás naciones europeas, como Francia que el domingo 17 de abril del año en curso (2011 por si a alguien se le olvida), cerró las vías de trenes que la conectan con Italia, para evitar el paso de inmigrantes magrebíes (magrebíes por Magreb, nombre dado a la región entre el Sahara y el Mar Mediterráneo que incluye a Marruecos, Tunez, el Sahara Occidental y Libia).
Ha sido la incursión de inmigrantes, sumada a la crisis económica lo que ha despertado los sentimientos racistas y xenófobos, y ante unos partidos de centro-derecha que no han podido resolver la crisis económica, y no han determinado los culpables de esta en Europa, (a excepción de Islandia, que tiene como culpables a los banqueros, a los cuales busca apresar y enjuiciar) el pueblo europeo se ha acercado a los partidos de extrema derecha, en busca de solución a sus problemas y de respuesta a la crisis, (aunque estos también se niegan señalar los culpables) de la cual culpan en gran medida a los inmigrantes.
Otra cuestión que también me motivo a escribir este artículo, es la opinión de la gente común sobre esta cuestión, pues esta no era más que una pequeña opinión de un poco menos de media página que escribí en la sección de los comentarios del periódico El País, de España en su versión digital, que trata sobre el auge de la derecha extrema y populista, en el cual opino bajo el seudónimo de el Dominicano. Pero era un tema muy largo para una opinión pequeña, y muy importante y amplio como para escribir muy poco.
Y fue la opinión de muchas de las personas sobre el articulo –presumiblemente españolas, aunque eso no es comprobable- lo que motivo este articulo, pues en el pueblo está la verdadera opinión del pueblo, y no en los políticos y otras personas de los medios de comunicación, pues sus opiniones y accionar son meramente coyunturales.
Los europeos y norteamericanos hablan de minorías étnicas, como si ellos fuesen la mayoría en el planeta. Olvidan que son los pioneros de la inmigración, internacional, que los ha llevados a lugares muy apartados de su natal Europa, en busca de los recursos de los nativos para llevarlo a sus tierras. También prefieren olvidar que sacaron africanos, chinos e indios para llevarlos como esclavos a América. Olvidan que el gran desarrollo experimentado por Europa desde el siglo XVI, fue forjado sobre la espalda de los nativos africanos americanos, asiáticos, del Pacifico Sur y sus tierras. Que frente al resto de la población del planeta son una minoría (1400 millones de chinos, 1300 millones de indios, 900 millones de africanos, mas los habitantes negros, mulatos, mestizos e indígenas de Latinoamérica y el Caribe, cuyo número total no poseo, pero que supera la población blanca pura; el cercano y lejano oriente, sin China e India; el Pacifico Sur. ¿Quién es la minoría?
En un capítulo de la controversial serie animada de televisión South Park, conocida entre otras cosas por su crítica a la sociedad norteamericana, uno de los personajes principales, Erick Cartman, cuyas características son, ser racista y xenófobo, se alarma al entrar a un parque acuático y darse cuenta que la mayoría de las personas que se encontraban eran minorías, y que en conjunto superaban a los blancos. Al dirigirse a uno de sus amigos le dice que el parque está lleno de minorías y que conjunto superan a los blancos; a lo que el amigo –un judío- le dice: si las minorías superan a los blancos entonces ¿quién es la minoría?
¿Quién es el inmigrante? Todos somos inmigrantes, algo que los norteamericanos, hijos de los inmigrantes que arribaron en el místico barco Mayflower prefieren olvidar. La inmigración en Europa es un fenómeno que los noroccidentales europeos empezaron, desde que se desplazaron los portugueses por África y Asia, y después los españoles, ingleses, franceses, holandeses, daneses, alemanes, italianos por América, Asia y África.
Olvidan los australianos que la numerosa población blanca que posee este hermoso país es fruto de la emigración de europeos, que desplazaron y casi exterminan –conscientemente- la población local, lo mismo que los norteamericanos blancos con los nativos de Norteamérica.
Olvidan que la mayoría de la materia prima para alimentar las industrias europeas y norteamericanas desde el siglo XIX hasta la actualidad, fue es y será extraída del Tercer Mundo –habitado mayormente por negros, indígenas, mulatos, chinos, indios, islamistas, budistas, cristianos, coptos, ortodoxos y un largo etcétera.
Los racistas blancos de Estados Unidos, prefieren olvidar que a los negros, a quienes discriminan y ofenden con frases como vuelve a África, no salieron de allá por cuenta propia; que los sacaron de manera forzada de su tierra para llevarlos una tierra extraña y esclavizarlos, si acaso llegaban vivos. Que le robaron casi la mitad del terreno a los mexicanos, víctimas de las redadas anti inmigrantes, y de la persecución de milicias racistas como los Minute Men, compuestas por gente blanca, anglosajona y protestante (W.A.S.P. –White Anglo-Saxon, Protestant).
Los noroccidentales convencen al mundo de que los ataques terroristas de los islamistas, es motivado por el odio irracional respaldado e inspirado por su fe, a la vez que olvidan el impacto de sus políticas externas y del trato dado al mundo árabe, como el apoyo dado a Saddam Hussein por los norteamericanos cuando eran socios, para atacar al Irán de Jomeini; el apoyo incondicional y protección a las masacres efectuadas por Israel contra los Palestinos; las invasiones de Afganistán e Irak; los ataque indiscriminados sobre la población civil buscando eliminar terroristas que casi nunca esta donde bombardean.
Olvidan los largos años de gobiernos coloniales, en los cuales las poblaciones nativas carecían de cualquier derecho en sus propias tierras, siendo víctimas del racismo más irracional, de las torturas y asesinatos.
Olvidan voluntariamente el papel jugado por el noroccidente en el asenso sostenimiento de las dictaduras y gobiernos autoritarios más sanguinarios del planeta, como las de las Latinoamérica durante el siglo XX (Somoza, Pinochet, Trujillo, Balaguer, los Gobiernos Militares de Argentina, Brasil y Uruguay de los 60’s y 70’s. Más recientemente, las dictaduras del norte de África: Mubarack de Egipto Y Ben Ali de Túnez, además de las de sus vecinos de Siria, Yemen, Bahréin y Marruecos. Pero al momento de criticar las dictaduras, los noroccidentales se olvidan de las mencionadas y se orientan hacia aquellas que no les son favorables: la de Cuba, Irán y Norcorea.
Los noroccidentales tienen serios problemas de memoria, tanto de la de largo plazo como de la de corto. En la de corto plazo, al no recordar el papel significativo de la mano de obra de los inmigrantes en su economía, al momento de deportarlos. Ni siquiera los dueños de empresas y plantaciones agrícolas que se benefician grandemente de la mano de obra barata de los inmigrantes. Además de olvidadizos, mal agradecidos.
En tiempos de bonanza la memoria le falla al noroccidente; pero en época de crisis la memoria empeora, pues el poco aprecio por los inmigrantes de los países sub desarrollados, se torna en olvido xenófobo y racista. Es así como el inmigrante del Tercer Mundo pasa a convertirse en la causa de todos los males del mundo desarrollado, después de que todos los males producidos por el noroccidente (claro está, con una buena porción de responsabilidad local –más o menos un 50%) con su colonialismo y neocolonialismo forjo las bases de la pobreza y su sostenimiento, a través de dictaduras sangrientas y corruptas (Sese Seko, Suharto, Duvalier) y gobiernos corruptos titiritados, incapaces e ineptos, como los que abundan en Latinoamérica, el Caribe y África, los cuales han aumentado la pobreza y con ello, forzado la migración.
La capacidad de olvido de los europeos es solo comparable con la de nosotros los dominicanos; solo que la nuestra es congénita, la suya voluntaria. El aporte, no dado, sino extraído, del Tercer Mundo para Europa y Norteamérica es incalculable. El rockero venezolano Paul Gillman en su canción Guaicaipuro Cuauhtémoc lo dice así: Si sumamos lo que se llevaron en estos quinientos años, no lo podrían pagar ni en quinientos años más, y si además les calculamos todo el daño y sangre ahora, deberían pagar entregándonos a Europa.
Quizás el olvido voluntario del noroccidente sea por incapacidad de poder pagar la deuda a los del resto del planeta -los cuales por desgracia se encuentran endeudados con estos- o solo quizás por ser más bien unos mal agradecidos.
Las creencias etnocentristas de los europeos y de un gran porcentaje de los blancos (pues sería injusto englobarlos a todos como racistas) de Norteamérica les impiden ver el gran aporte dado por el Tercer Mundo a su desarrollo económico, técnico y cultural, y en cambio entienden que es el resto del mundo quien está en deuda con ellos.